REVISTA GALERIA (2020/12/27)

"No tenemos claro cuántos niños ciegos van a leer este libro, ojalá que muchos, pero lo más probable es que la gran mayoría de los niños que accedan a él no sean ciegos", dice Javier Castro. "En realidad, eso es lo que queremos, a eso apuntamos. Queremos que esos niños que no son ciegos conozcan el braille y que, desde chiquitos, desde los cinco o seis años, sepan que hay personas que perciben el mundo con otras herramientas". Castro habla de El gran secreto, un libro infantil que tiene algunas particularidades, pero también habla de Cosabuena, el emprendimiento social que crea, desarrolla y apoya proyectos educativos, artísticos y culturales enfocados en una mejor convivencia.

Además del texto impreso y las ilustraciones, El gran secreto tiene braille, el sistema de escritura y lectura táctil desarrollado para invidentes. "El braille son estos puntitos con relieve que ves en las hojas", se lee en la introducción del libro. "Los niños ciegos no pueden ver el texto ni las ilustraciones de este libro, así como las ves tú. Por eso pasan sus dedos sobre el braille para leer y entender esta historia". Y hay más. La publicación está provista de un código QR que da acceso al mismo cuento, en versión animada, con subtítulos y narrado por un locutor. Y hay, también, algo más: acompañando la animación aparece una intérprete relatando el cuento en lengua de señas uruguaya. "Estas son las señas que permiten a las personas sordas comunicarse", se explica. "Es un idioma que se aprende. Y es diferente en cada país". Y es que no todas las personas sordas pueden leer, de ahí la importancia de incluir la lengua de señas que se usa en Uruguay.

El gran secreto es parte de una colección de cuatro libros (el segundo está actualmente en preparación), un proyecto que obtuvo el Fondo de Innovación Inclusiva de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII). "El proyecto ganó por innovador, no por fácil", dice entre risas Nadia Carreras, licenciada en Ciencias de la Comunicación, autora del cuento y una de las responsables, junto con Castro, de Cosabuena. Es que hacer que convivan las técnicas de la tinta y el braille no es sencillo. Mucha prueba y error. "El braille es un código rígido, tiene su tamaño determinado, no se puede modificar, tiene una altura, un volumen dado. Además, se comporta distinto según la superficie". A eso hay que sumarle las otras herramientas que forman parte de este dispositivo narrativo para niños (y no tanto): la animación, la narración del locutor, el video con lengua de señas, la programación web, y más. Para llegar a este punto, hubo que recorrer un largo camino. De hecho, todavía lo hacen.

Quienes hayan presenciado (o hayan corrido) maratones o carreras más cortas quizás los hayan visto. Son los atletas guía. Son quienes van junto a los corredores no videntes durante una competencia. Y, durante tres años, Carreras fue atleta guía de Laura Paipó, maratonista invidente y la primera directora ciega de Educación Primaria. Fue a través de este vínculo que Carreras comenzó a interesarse por temas de accesibilidad. "Laura me llevó a descubrir otra manera de apreciar el mundo", dice Carreras. "Ella actualmente es directora de una escuela. Para asumir la dirección fue necesario especializarse y hacer un curso. Ella me contaba todas las dificultades que tenía para acceder al material del estudio. Escuchando lo que contaba, y unido con mi profesión, fue como una alerta, un aviso: tenía que poner en marcha el proyecto de una revista que quería hacer, entonces pensé en concretarlo incluyendo características de accesibilidad", recuerda. El proyecto era una revista temática (cada número, un tema). Salió en 2015 y se llamó Cosabuena. "Era un formato muy parecido al del libro. Tenía braille, aunque hecho con otra técnica. Cada nota tenía un código QR que dirigía a un audiovisual con el texto en lengua de señas uruguaya", agrega Castro, de extensa formación como periodista, especialmente en radio (fue productor del programa En Perspectiva).

Naturalizar las diferencias. "El objetivo es a largo plazo y bastante ambicioso: naturalizar las diferencias para mejorar la convivencia", explica Carreras: "En la discapacidad a veces se notan un poco más las diferencias. Lo que hacemos, tanto con la colección de libros como con otros proyectos con los que estamos, es sensibilizar sobre el tema, dejar plantada la temática de la accesibilidad".

En el caso de un libro infantil como El gran secreto, un relato con tintes fantásticos que incluye un encuentro entre un niño, Gabriel, y una niña proveniente de otra galaxia que está de paso por la Tierra, permite que ese tema se instale en la etapa tierna de la vida. "Más allá de la profesión o el oficio que elijan después, creo que es algo que tiene que estar presente, porque a veces la situación de discapacidad no está instalada en la familia o en las amistades. Es habitual, a la mayoría nos pasa eso, y por ese motivo es natural que no lo tengas presente cuando armás, por ejemplo, un sitio web", dice Carreras, autora del cuento, que lleva las ilustraciones de Soledad Luongo. "Capaz que teniendo en cuenta dos o tres cosas les facilitás la navegabilidad a muchas más personas. No tienen que ser personas en situación de discapacidad, puede ser un adulto mayor, por ejemplo, o una persona con baja visión. Entonces, si en algún lugar tenemos presente ese tema, porque te quedó por ahí, porque de chico te encontraste con un libro que incluye braille y lengua de señas, o porque fuiste a una charla o viste un audiovisual, entonces podés ahondar un poco más. Y si después elegís estudiar arquitectura, donde claramente se hace más evidente la accesibilidad, vas a tener presente a la accesibilidad de una forma más natural. Porque, al final, la accesibilidad nunca te resta, te suma".

El gran secreto se encuentra en las librerías en un momento especial. Es que, desde 1992, el 3 de diciembre se conmemora el Día Internacional de las Personas con Discapacidad. En Uruguay, se ha declarado a diciembre como el mes dedicado a la reflexión sobre la accesibilidad y discapacidades, áreas de acción de Cosabuena, que este año también aportó en la accesibilidad del libro Guardianas, de Emilia Díaz, publicado por el sello Aguilar.

Para la siguiente entrega de libros infantiles, a Carreras y Castro les pareció interesante tener la posibilidad de descubrir talentos y sumarlos al emprendimiento. Hicieron un llamado a través del programa En Perspectiva, de Radiomundo, invitando a escribir cuentos infantiles sobre la comunicación y el respeto o, más precisamente, sobre cómo comunicarse respetuosamente en familia, con amigos, con adultos.

La convocatoria fue un éxito: recibieron 212 relatos. El cuento ganador, titulado Qu, está siendo revisado por la correctora y por la intérprete en lengua de señas, que tiene un desafío extra en esta historia, que incluye nombres muy técnicos. Para las ilustraciones del próximo título, Cosabuena también hizo un llamado, abierto a que participen niños.

Perdido en Shanghái. Tiempo atrás, hablando sobre el valor de la privacidad en la web, el informático Edward Snowden sostenía que considerar que la privacidad no es necesaria porque uno no tiene nada que esconder es lo mismo que creer que cualquier derecho que esa persona no esté ejerciendo no es importante simplemente porque no lo ejerce en ese momento. Según Snowden, se trata de un pensamiento demasiado cortoplacista, ya que no tiene en cuenta que, en el futuro, quizás pueda necesitar ese derecho al que hoy le resta importancia.

El investigador y especialista en nuevas tecnologías aplicadas a la educación suele manejar un ejemplo análogo: "¿Para qué quiero una rampa en la vereda si no ando en silla de ruedas? Porque tal vez, en un futuro, la podría necesitar". Porque, dicho de otro modo, estar en situación de discapacidad es algo que le puede pasar a cualquiera en cualquier momento.

"A lo largo de la historia ha cambiado la manera de ver y nombrar la discapacidad", apunta Carreras. "En este momento, lo aceptado es referirnos a la persona como alguien en situación de discapacidad. Esta forma de nombrar no niega para nada las dificultades propias que puede tener la persona. Lo que hace es poner la mirada en el contexto. Si damos las herramientas adecuadas, la persona se puede desarrollar de otra manera", dice. "Todos estamos propensos a estar en situación de discapacidad. Una persona que llega a los 80, en promedio pasó entre seis y ocho años en situación de discapacidad. Por un embarazo de riesgo, por un posoperatorio, por la propia vejez, pasamos por momentos así".

Sigue Castro: "Siempre me acuerdo de un ejemplo que una vez escuché, que básicamente plantea la situación de que si hoy me ponen en el centro de Shanghái, no voy a ser capaz de comunicarme con nadie, nadie me va a entender lo que estoy diciendo y yo no voy a entender lo que me dicen. En ese caso puntual, en ese momento, soy una persona en situación de discapacidad por la sencilla razón de que no me puedo comunicar. Al final, vamos a encontrar una forma de comunicarnos y hacernos entender, pero durante un rato voy a estar perdido. Porque la situación de discapacidad refiere al contexto en el que vos ponés a una persona. Eso es lo que les pasa a las personas sordas. No escuchan y el idioma que saben es el de lengua de señas, que no todos conocen. Si a una persona sorda le facilito un intérprete o si yo sé lengua de señas, vamos a poder comunicarnos. Es decir, esa discapacidad, ser sorda, no le impide desarrollarse y vincularse. Las personas sordas tienen muchas dificultades para ir a la universidad porque hay pocos materiales para ellos. Su problema no es que sean menos inteligentes o capaces, es que no disponen de las herramientas y los materiales. La incapacidad para estudiar no es intrínseca a la persona sino al contexto".

PUNTA DEL ESTE ACCESIBLE
"Entendemos que para lograr ese cambio social, a largo plazo, hay disciplinas que sí o sí tienen que estar, que son las que nos atraviesan: la parte educativa, lo cultural, lo artístico, lo deportivo, que nos apasiona y nos une. Es con esas disciplinas que se logran los cambios verdaderos y duraderos", apunta Carreras. Y por aquí también interviene el turismo, que se incorporó a la acción de Cosabuena, que trabaja en la creación de un plan de accesibilidad para Punta del Este. La idea y el objetivo macro, reconoce Castro, también son ambiciosos: convertir a Punta del Este en la capital latinoamericana del turismo accesible, tanto en sus espacios públicos como en los privados. "Cuando hablamos de accesibilidad no nos referimos solamente a una rampa o un baño accesible, sino a que también una persona ciega o sorda pueda circular y vivir las experiencias de la manera más autónoma posible. La autonomía es importante. Ocurre, por ejemplo, que a veces personas en sillas de ruedas llaman a un restaurante y preguntan si es accesible y le responden que sí, y cuando llegan ven que tiene un escalón, pero el dueño les dice que los mozos son bien gauchos y le levantan la silla y la suben. Eso no es accesibilidad. Accesible es que la persona pueda entrar de manera autónoma".